Entró en un centro Comercial y paseó de tienda en tienda durante toda la tarde.
Dedicó cinco o diez minutos en cada escaparate, y en algunos lugares hasta se animó a entrar y preguntar algunas cosas.
Vio teléfonos móviles, televisores, pantalones, libros, doce o catorces marcas de atún, aspiradoras, helados de diferentes sabores ,juegos para la Play y la Wii, lámparas , alfombras, zapatos, sábanas, piscinas para hinchar, toallas, naranjas, melocotones, pechugas de pollos congeladas, pasta fresa, cortadoras de césped , taladros, hojillas de afeitar, calzoncillos y sobre todo , mucha gente comprando en las rebajas.
Compraban cargadores para teléfonos móviles, Ordenadores de última generación, faldas, películas de DVD, revistas, tres o cuatro marcas de tomate frito, batidoras, yogures, flexos, calcetines de muchos colores y raros, ratones ( pero para los ordenadores ), edredones, melones, ciruelas, plátanos de nuestras islas, salsa para la pasta fresca, un taladro, un alargador de corriente, espuma de afeitar, sujetadores…
Pensó entonces en la cantidad desmesurada de opciones. Primero desear profundamente y luego elegir , o quizá, primero elegir y luego desear; la palabra profundamente acompañada cualquiera de las dos alternativas. “ Veo , elijo y compro, por lo tanto , soy libre. En la variedad y en la cantidad está también la libertad, y uno es más o menos libres en función de las posibilidades de elección. Soy libre, y por lo tanto, puedo elegir entre las ocho marcas de preservativos.
No sé mucho de ellas: en qué se diferencian, si dan más o menos placer, si se pueden romper con facilidad; pero puedo elegir una y ejercer mi derecho a la libertad. Eso sí, pasando antes por caja” .
En estas y en otras cosas pensaba cuando llegó a la sección de jabones y colonias. Recordó todos esos anuncios de las pasadas navidades, de hombres elegantes y de mujeres desnudas. Deseó perteneces al clan de los Martini o de los Axe: hacen el amor en los ascensores, debajo de las mesas, roban las naranjas del hotel y hacen fiestas en las piscinas. No existe la fealdad. Básicamente , es gente que se divierte y tiene éxito en la vida, visten bien, sonríen todo el tiempo y se relacionan con mucha facilidad con el resto de los mortales… casi igualito como un viernes noche en un local de la calle la noria.
Cuanto mayor fue el deseo, mas mediatizada sintió su libertad. ¿Qué podía decir el resto de las colonias y de las bebidas? ¿ Qué podía decir de Martini o de Axe ? ¿ Él qué sabía ? Nada. Solo conocía los anuncios mil veces repetidos el pasado mes por su vida y lo especiales que, según esos anuncios, pueden llegar a ser las personas que libremente eligen vivir Axe, vivir Martini. “ ¿ Estará mi libertad mediatizada por la publicidad que vi en las últimas tres semanas o en los últimos quince años ?” .
Mientras agarro un bote de zanahoria picada pensó: Este bote no fue masajeado por mujeres en ropa interior que mirando a la cámara te invitan a sentir “ el placer verdadero en tus ensaladas”. ¿ Somos igualmente libres ante la zanahoria picada que ante los perfumes anunciados, una y otra vez, hasta la saciedad ?.
No compró nada. No tenía dinero, y pensó: Entonces, ¿ yo soy menos libre que las y los que si mientras otros y otras son libres de comprar ?. Claro, eso sí, soy libre de ganar o no ganar dinero . Y si quisiera ganar dinero: ¿ Dónde puedo hacerlo ? ¿ Puedo elegir libremente mi jefe, el sueldo, la profesión ?¿ Puedo siquiera elegir trabajar y hacerlo ?.
En estas y otras pensaba cuando se dirigió a la puerta de salida para engrosar las colas invisibles de nuestro sistema : aquellas formadas por quienes, aun siendo supuestamente libres para supuestamente elegir como las y los demás, no les alcanza el supuesto sueldo para ejercer su supuesta libertad.
Buenas noches bichitos, y no entres de donde libremente no puedas salir *
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