No son días fáciles, eso todos lo sabemos, y estos días me ha tocado un poco, estar con personas de mi alrededor en y decirles que todos llegamos y nos marchamos anónimamente de este planeta y de esta vida que de momento es la única que conocemos y que no les den más vuelta a la cabeza con tantas cosas y coñadas.
Da lo mismo que nos pongan nombres, apellidos, direcciones postales,correos electrónicos o tengamos una cuenta en facebook, que dicho sea de paso cuando no estes en esta vida ella seguira vida y tu no.
Más tarde o más temprano cada uno de nosotros asume ese vértigo de vivir entre eternidades de las que no sabemos absolutamente nada, pero nada de nada.
De los que tengo a mi alrededor,unos enloquecen, otros se esconden en ocupaciones supuestamente importantes, algunos se dedican a ganar dinero, mi amigo el que quiero va a ayudar a quienes menos tienen en países devastados por el hambre en lo peor del planeta, los hay que celebran goles suerte que tiene él, y también tenemos a quienes escriben, pintan o leen para inventarse otro mundo sin salir de este mundo.
Todos tratamos de huir de la evidencia del anonimato y del olvido, pero hay huidas imposibles que sólo sirven para parchear lo inevitable.
Vivir es un verbo que nos cuesta entender o alguno/as no quieren entenderlo.
Y si lo unimos a existir ya casi tendríamos que tirar de la trigonometría y de la piedra Rosetta, aquella que vi por el 2005 en el museo británico, para llegar a algún resultado que por lo menos nos entretuviera mientras pasan los días y los sueños.
En esa vida y en esa existencia que no controlamos todo es anónimo.
Y se entiende que lo único que tendríamos que hacer es tratar de que esto fuera más justo, más habitable y más feliz.
Sin embargo nos empeñamos en complicarnos los argumentos cada nuevo día que amanece.
No es que plantee que nos vayamos a los Campitos a contemplar el vuelo del Halcón que espanta a las palomas en el césped del Heliodoro, aunque si estuviéramos más horas contemplando el vuelo de las aves seguro que aprenderíamos a asumir mejor nuestro papel sobre la tierra.
Los seres humanos nos empeñamos en complicarnos nuestra propia existencia y darles vueltas a la cabeza una y otra vez.
Me imagino que aún nos quedan muchos años de evolución para llegar a una armonía que nos permita honrar a la vida como se merece.
No valoramos el milagro de existir, ni todos los azares y circunstancias que han tenido que acontecer para que nosotros, justamente nosotros, que no éramos nada (el que me conoce , sabe bien de mi teoría) estemos aquí amando, reconociendo olores y canciones y respirando con una cierta naturalidad.
Tampoco valoramos a todos esos otros anónimos que inventaron el grifo por el que sale el agua, la rueda de los coches, el teléfono, la hamaca de la playa, el Arehucas o la escritura.
Vivimos como mismo actúan esos desagradecidos invitados que cuando llegan a casa se comen nuestra comida y se beben nuestro vino sin darnos las gracias por la acogida y uno tiene que limpiar todo.
Ante la evidencia de lo que somos podemos optar por el suplicio y el martirio o por el hedonismo y la felicidad.
Me quedo siempre con la segunda opción.
Sabiendo lo que hay no entiendo cómo no reaccionamos de una vez y contribuimos entre todos a inventar un mundo más habitable y más solidario.
La utopía sigue siendo el único camino posible.
Si renunciamos a ese sueño de mejora diaria nos estaremos condenando antes de tiempo al olvido inevitable que nos aguarda.
Buenas noches bichitos anónimos *
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