La Música de Sergio

lunes, 22 de febrero de 2010

Deseos callados *



Todas las noches Sara se sumergía en el agua caliente de su bañera, jugaba con las burbujas de jabón mientras lavaba con cuidado sus hombros, sus senos, sus muslos, quitaba todo rastro de pintura de su cuerpo. Alisaba su larga cabellera morena y se vestía seductoramente. Cada noche se preparaba para la cita como si fuera la última, estuviera él o no esperándola. Quería vivir todo lo posible en cada noche.

Siempre que él salía de viaje ella iba a su encuentro al café di roma,de la calle del pilar, el ritual era el mismo; ella se sentaba en una mesa frente a él, lo miraba largo rato para disfrutar su rostro tostado por el sol y la sonrisa que siempre traía dibujada, esperaba a que tomara su café y sólo entonces distraía su atención golpeando ligeramente su vaso de agua con una cuchara. El se dio la vuelta para verla, ella entreabría las piernas y se las frotaba por la parte interior con las manos. En menos de cinco minutos se pasaba a su mesa, él comenzaba a temblar ligeramente, la cercanía de ella lo trastornaba.

Esa noche, Sara entró al café, lo miró y por primera vez se acercó directamente a él. El la miró a los ojos, le tomó la mano y comenzó a hablar antes que ella.

¿Cómo sabías que hoy volvía de viaje?. ¿Me extrañaste? Porque tú me hiciste mucha falta.

Te envié un correo inmenso mientras estuve fuera ¿Lo recibiste?

Yo no puedo abrir el correo inmediatamente que llega, deberías saberlo, tengo que esperar , a terminar mi jornada laboral, y así y todo ese ordenador me enferma ya por esperar cosas todos los días que no se cuando llegaran , y luego me pongo a pensar que perdiste una cita o están a punto de embargar la galería porque no se han pagado todo lo que se debe . Supongo que lo leeré en nada.

Que ganas de tenerte ahora, eres la criatura más hermosa y sensual. Vamos a la galería.

¿Puedes?

Sonrío como siempre.

Sara se levantó, el puso un billete sobre la mesa para pagar el café, la tomó por la cintura y salieron del lugar. La gente que lo veía ahí sentado lo consideraban loco. Se encaminaron a la galería.

Al llegar ella sacó la gran llave del portón y entraron.

Hoy siento una fuerza especial, quiero terminar lo que dejé empezado hace meses. ¿Tú quieres, tienes ánimos?

Si mi amor, pero cuando tardas tanto en regresar me siento débil, sin ganas de nada, te extraño, tú eres el único que marca mi tiempo en la tierra.

Bien sabes que eres mi inspiración, todo lo que pinto es por ti Sara.

Tomaron asiento en un confortable sofá. El la tomó por la nuca y dirigió sus labios hasta sus boca. Ella cerró los ojos. Unos minutos más tarde, él tenía un pincel en su mano mientras Sara posaba desnuda con su gran cabellera morena sobre sus senos.

Faltaban tan sólo algunos trazos.

Agotados se recostaron en el sofá. El la acariciaba como si fuera la primera vez que la tuviera en sus brazos, ella respondió como si fuera la última, se sentía tímida y temerosa. Con gran ternura comenzó a besarla.

Ella se dejó transportar por el deseo y el amor, apuraba las caricias, atragantada con sus besos, se entregó a él frenéticamente. Como nunca y como siempre hicieron el amor.

En un descuido el se dio la vuelta y miró el lienzo que acababa de terminar. Sara se desvaneció entre sus brazos volviendo al cuadro donde había sido plasmada junto al cisne que casi la envolvía con sus alas.

Feliz noche de lunes para martes Bichitos, que descansen *

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