Robert Frost decía, que jamás el destino, comprendiéndome mal, me otorgue la mitad de lo que anhelo y me niegue el regreso a mi felicidad.
Y es que Hoy me paseo entre suspiros. Los recojo del aire, donde marcharon una vez exhalados por mi garganta, venidos del corazón y envueltos de mi alma.
Están plantados en el viento, cual flores silvestres. Son suspiros que lancé suavemente, y se esparcieron como volutas de humo por doquier. Ahora los tomo delicadamente hasta hacer un ramo variado. Con él decoraré el salón de mis deseos.
Son como racimos estos suspiros anhelantes. Penden del árbol de mi corazón como frutas jugosas que asoman entre las hojas enmarañadas de mi interior. Podría decirse que si los uno, haría un espléndido ramo sabroso de anhelos, para saborear sin recato:
Está por ejemplo el racimo de anhelos imposibles, que sabiendo que no los podré comer, aún lo intento.
Anhelo de tomar un trozo de luna que ilumine noches oscuras de mis sentires, cuando no existe luz alguna que me guíe.
Está el anhelo de tomar rayos de sol invasores de mi alma congelada, cuando el frío se ha instalado en ella, atendiéndola.
Hay un racimo de anhelo de tener alas azules con las que volar hasta el cielo y confundirme en él.
Los tres anteriores, los he clasificado impetuosamente en los inalcanzables, pero siento que no es del todo cierto, pues mi imaginación llama con sus nudillos etéreos, recordándome lo contrario…
Otro anhelo que llamaría eficaz, es el de tener siempre lágrimas de rocío con las que humedecer mis ojos resecos por el dolor, cuando han quedado vacíos de derramar tanto llanto.
Un anhelo que me gusta especialmente, es el de sentir a mi lado brisas suaves que me envuelvan cuando no haya manos que me acaricien.
¡Ah! y ese anhelo marino que me entusiasma; que consiste en poseer perlas marinas que colgar entre mis labios, si desaparece mi sonrisa.
Un anhelo al que no puedo ni quiero renunciar; es el de saber de corazones latentes que acompañen al mío, cuando enmudezca de soledad.
Es un ramo de "racimos" curioso éste, lo sé.
Pero es el que he escogido del árbol corazonador, proveedor infatigable de anhelos apetecibles.
Bichitos que descansen, buenas noches *
miércoles, 24 de febrero de 2010
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