La Música de Sergio

miércoles, 27 de octubre de 2010

Y, mientras tanto, Ella ... *




Miró alrededor buscando no sabía muy bien qué, y por una casualidad que tal vez no fue tal, lo vi.

Tan real como ideal, no pude apartar mis ojos de ella.

Y a la vuelta de la esquina, como cada mañana, Ella espera la llegada de algún comprador. Ella vende cupones de la OID, es ciega, y con ellos se gana la vida.

Ya hace tiempo que conozco a mi vendedora. Y la llamo así, porque sólo le compro a ella. Me da suerte hacerlo, aunque nunca pasé de unos euros de beneficio.

Debo ser algo supersticioso, pero si no voy a su encuentro cada mañana, pareciera que no me enfrento a la jornada con entusiasmo.

Fue una desapacible mañana de este octubre cuando la conocí.

Me disponía a coger la guagua para ir al encuentro de una reunión de trabajo. En la espera, oí la voz de la vendedora decir..."cambie su suerte, ...hoy es su día".

Sin pensarlo me dirigí a ella y le pedí que cambiara mi suerte. Ella con una sonrisa me contestó.

- Yo sólo le deseo suerte, cambiarla depende de usted.

A la mañana siguiente volví a agradecerle que me hubiera dado suerte.

La reunión de trabajo fue maravillosa y por primera vez, después de muchos años en mi partido, empezaban a valorarme y ese día se dio un cambio a las miradas de mi alrededor, hacia mi ...

- Puede darme hoy suerte también -le dije, acercándome a ella.

- Pues claro, esa es mi intención. Si pone ilusión, la suerte estará de su parte.

Le mostré el cupón del día anterior para que lo comprobara. Sabía que no tendría premio, pero Ella me lo confirmó con una sonrisa. Guardé el número para conservarlo, sería como un amuleto.

En días sucesivos fui, sin faltar uno, a la esquina de la suerte, así me dio en llamarla.

Más que buscar un golpe de suerte, coger un pellizco que me llenara los bolsillos, deseaba encontrarme con Ella. Estaba convencido de la positiva influencia que ejercía sobre mí.

Ella es ciega desde los diez años. Una gripe se apoderó de su cuerpo frágil y enfermizo, y todo se le complicó hasta la ceguera total.

Casi nunca tenía premio el número que escogía. Es más, se me había metido en la cabeza que me iría mejor el día sin que consiguiera ni la devolución de lo invertido.

Por eso, cuando al fin salió premiado el número que llevaba con unos euros, decidí no ir esa mañana a trabajar.

Al mismo tiempo, ya estaba invitando a Ella a desayunar. Aunque se mostró reacia a abandonar su puesto, después de insistirle mucho, aceptó.

A pesar de los breves encuentros diarios, una sincera amistad fue haciéndose con el tiempo.

Ella sabía decirme las palabras justas cada día. Su mirada, a través de sus gafas oscuras, se diría más certera, más profunda, que cualquiera otra por muy minuciosa que ésta fuera.

Fue especial el domingo que salimos por fin juntos. Paseamos por la playa, almorzamos en aquel kiosco del puerto y me pidió que la llevará al cine. No me sorprendió nada su petición, estaba seguro que no necesitaba los ojos para ver.

Ya en la sala experimenté sensaciones, inimaginables hasta entonces para mí, al permanecer toda la película cogido de su mano mientras le describía escenas y paisajes.

Al finalizar la proyección pude comprobar que Ella había percibido matices que yo no alcancé a ver ni por asomo.

A pesar de nuestra creciente amistad, de salir juntos en varias ocasiones, aún no se había formalizado la relación. Lo cierto era que yo no acababa de pedírselo y ella se mantenía discreta y reservada.

La crisis fue la excusa que le dieron antes de echarle del trabajo. No se lamentó de su suerte, pues se dijo..."ahora cambiará de nuevo mi suerte".

Y, aunque parezca increíble, no fue otra que la suerte de ser agraciado con el mayor premio de la lotería.

Cuando aparecí por la esquina donde Ella esperaba pacientemente con sus cupones de lotería, ella ya me sintió.

Al coger sus manos y besarla, lo supo inmediatamente...

- ¿A que te cambió la suerte?

- Sí, y a ti también, si quieres.

Quiso y quise ...

Ya no vuelve a diario a la esquina.

Actualmente estudia psicología.

Y, mientras, yo escribo...

Buenas noches bichitos *

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