Se avecina Octubre con la peor de la resacas de aquella borrachera tan divertida que nos pillamos tu y yo, en la que tan bien nos lo pasamos, tanto disfrutamos, reímos, sentimos, y que se paso en cuestión de segundos, y ahora toca sufrir las consecuencias.
Finales de Septiembre. Qué duro suena ya. Con lo bien que está uno en verano o una nueva Bajada de la Virgen de las Nieves en la Palma… Con lo bien que sienta… Con lo que uno disfruta, descansa y …
¡Y lo largo que se hace luego el invierno! ¡Qué pereza da mirar el calendario y comprobar que se acabó lo bueno! Que comienza la cuenta atrás para disfrutar de los últimos rayitos de sol, de los últimos baños en la playa, en la piscina, de las últimas cañas, rones y tapas en las terracitas, de las tantas horas de luz que tiene el día en esta maravillosa estación del año y que tanto nos lo alarga…, del disfrute de la compañía de los amigos o familiares que hace tiempo que no ves, o sí, pero ahora los disfrutas más.
Se acabó el tiempo libre y el poder planificarlo como hasta ahora: hoy recojo el cuarto, mañana me voy a la playa, pasado quedo con la amiga a la que hace tiempo que no veo, el fin de semana voy a montar en bici o a patinar, y mientras, me leeré estos libros sin prisa, disfrutando cada palabra y cada frase de la novela.
Se acabaron esos planes típicos de verano, que aunque siempre son los mismos, nunca son iguales.
El verano sienta bien, todos más morenitos, más guapos, más felices, con mejor aspecto… ropa blanca ¿o no?
A mí me da vida. En cambio, no me gusta el invierno… y empiezo a agobiarme con la idea de aprovechar lo máximo posible lo que queda.
¡Benditos 30 grados 40 en España a la sombra! ¡Sí, sí! Habéis leído bien, ¡a la sombra! Quizá un poco exagerado, pero lo adoro. Adoro el sol, el calor y el buen tiempo.
Empieza lo duro, la rutina, lo peor. A la vuelta de la esquina esperan reuniones, viajes entre islas y fuera de ella, folios en blanco esperando ser escritos por la infinidad de notas o apuntes a tomar en cada una de las reuniones que me marcan en la agenda… , madrugones, prisas, estudio, trabajo, exámenes, lluvia, días grises y ¡frío! ¡Mucho frío!
Así que aquí me encuentro inmerso en mi particular depresión post verano. Soy parte de ese incierto porcentaje de la población que lo sufre.
Este año, para más INRI, pinta “mejor”. Dos años de crisis económica que aún se alargan y que nos llevan hacia un otoño en el que nos seguirán hablando de desempleo, recortes de salarios, subidas de impuestos, embargos Y uno tiene que trabajar codo a codo desde la responsabilidad que uno tiene con los compañero/as, para de una vez cambiar ya esto…
Y solo quedan doscientos cincuenta y ocho días para las elecciones ya.. uff
Según dicen, los síntomas del estrés post vacacional son, entre otros, cansancio extremo, tensión arterial baja que produce debilitamiento, mal humor, dolores de cabeza, tristeza y nostalgia.
Normalmente suelen ir desapareciendo según nos vamos habituando de nuevo a la rutina, un mes aproximadamente al cambio horario que pronto llegara, aunque si perduraran, deberíamos acudir a la Troya que es lo que yo hago y pasar una tarde allí con Arehucas blanco con limón a ver si pasa pronto esto.
Ahora sólo me queda comenzar mi particular cuenta atrás: la de saber cuántos días faltan para que llegue el verano otra vez y la próxima bajada de la virgen en la Palma…
Mientras tanto, nos quedarán todas esas fotos y recuerdos de nuestros viajes, experiencias, anécdotas e historias de nuestro verano 2010 que no pienso contarles.
Eso sí, el verano del 2010 fue el mejor de mi vida .
Buenas noches y que tengan un feliz Otoño Bichitos, y nos veamos más *
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