La Música de Sergio

domingo, 21 de marzo de 2010

" Si no defendiera mis convicciones, sería un cobarde"



Para representar la realidad, nos servimos de palabras o de sensaciones, yo lo hago con las letras por aquí y lo comparto con quien lo lea, desde este rincón de mi casa en la calle del pilar y un modesto portátil.

Es indudable que las palabras, como he sugerido más de una vez , no tienen ni la forma ni el color de lo que representan: cuando decimos ‘zapato’, ‘gato’ o ‘tenedor’ o al perro Bartolo, estamos recurriendo a un vocablo que no se parece en nada al objeto que representa. La palabra en cuestión no tiene ni la forma ni el color de un zapato, un gato un tenedor o ha Tolo y, sin embargo, representa esos objetos o animales.

Igual ocurre, o puede ocurrir, con las sensaciones. Puedo sentir la ansiedad provocada por un estímulo exterior o dejarme embriagar por la belleza rojiza de una puesta de Sol o un atardecer, que ya saben que me encantan.

Ahora bien, ¿quién sabe si la realidad de la belleza o la ansiedad representada por la sensación en cuestión es como la mente nos sugiere que es?

Existen muchos misterios en la vida, muchos, incluido el ser humano en sí mismo. Y a mí…me encantan los misterios.

Adoro investigar todo eso que nos tiene atrapados en sus redes, que es huésped constante en nuestro cuerpo y nuestra mente. Sé, que soy hartamente repetitivo diciendo esto, lo sé.

Soy incansable a la hora de afirmar que me encanta observar detenidamente mi entorno y los habitantes que lo comparten conmigo. Me entusiasma adentrarme en los resquicios de la mente y “pensar” en ese “ente” inatrapable y maravilloso que nos dota de ciertos rasgos únicos, haciéndonos diferentes a otro tipo de seres.

Para bien o para mal. Digo siempre…

Que cada uno de nosotros somos un mundo, es algo que se dice de forma habitual. Esto se utiliza de manera sencilla para afirmar que cada cual, ante los mismos estímulos, actuamos de manera distinta. O quizá no, pero, ¿por qué?

Ufff, yo naturalmente, no estoy en posesión de la verdad. Ni siquiera me acerco.

Tampoco lo pretendo, ni dar lección alguna sobre ello. De lo que sí me apetecía hablar a mí, ignorante asumido, es de ese gran misterio que representa la mente; o mejor dicho: el pensamiento.

Probablemente una vez más…

Pensamiento: ese algo que en la cima de nuestro cuerpo, nos gobierna de forma particular. Pensar es un verbo, cuya acción, me gusta conjugar. Más que gustarme…

Ja, ja, ja…

Me idiotiza.

Pienso asiduamente en el modo de vestir el pensamiento de cosas bellas, dulces, jugosas, felices, de una bondad que raye lo irrisorio. Pero que me hace sentir bien.

De ahí, que en mi pensamiento, se haya enclavado la imaginación de forma casi permanente. Y ésta, no es otra cosa, que el pensamiento vestido de fiesta.

Lo veo, además, como un baúl donde todo se guarda. Todo.

Es un baúl mágico éste. Un lugar donde confluyen pasado, presente y futuro. Es tan hermoso pensar, que hasta a una flor se le dio ese nombre. Una flor atrayente, bonita y divertida, pues mirarla y ver una cara asombrada o malhumorada, es todo uno. Al menos para mí.

Para el pensamiento no hay distancias. No existen espacios que no puedan ser visitados. No hay personas a las que no abracemos o besemos si así lo deseamos. No hay principio ni final.

Por tanto: el pensamiento es infinito.

Ahí radica su poder. Es abrirlo, y todo un mundo de posibilidades se exhiben ante nosotros.

¿Qué ansías viajar a este o aquel lugar, con esta o aquella persona? …¡Zas! Con un golpe de pensamiento, y ya estáis allí. Y así todo. Absolutamente todo.

Se dice que en ocasiones se habla sin pensar, pero se acaba pensando en lo que se dijo. A veces se piensa mucho antes de hablar, y sientes que quizás has pensado demasiado. No pensar es imposible, no obstante, hay personas que dominan con arte su mente y saben ausentarla de pensamientos, aunque sea por unos momentos o quizas en meses y se renuevan con vivencias y pensamientos nuevos.

No es mi caso.

En mi caso, pensar es como mariposear en el tiempo. Recorrer árboles distintos y variados sopesando cuál de ellos será el idóneo para asentarse y una vez en el, acomodarse. En cada árbol, se hayan hojas bonitas, ramas curiosas, olores particulares, seres interesantes, sucesos inolvidables que conformarán nuestra existencia…

Una aventura sin par. Volador pienso yo, como si fuera en parapente por los cielos de la isla.

Y a mí, me gusta volar…

¿Cuántas veces, un pensamiento, nos ha hecho sentir más que una porción de realidad?

Todo un misterio, ¿verdad?

Y tras esta disertación verborreica típica en mí, me pongo a conjugar ese verbo que me pierde:

Yo pienso...

Tú piensas…

Buenas noches pensadores y feliz semana, la primera de la hermosa primavera del 2010, que la disfruten, igual hasta sin pensar mucho, quieranse,y quizás el que piensa mucho soy yo *

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