lunes, 29 de marzo de 2010
Si son miedos... *
Esta noche tengo miedo a escribir o a tirar estas letras aquí, y es que tengo algunos amigos, y uno de ello es escritor, y por lo visto se ha paseado por este blog estos días y así me lo confeso hoy, donde yo derramo mis palabras, porque no las ordeno mucho como bien leen, y ahora mi miedo es mayúsculo.
Enrique Báez, que así se llama mi amigo , ha tenido de profesor al mismísimo Don Carlos Pinto Grote, y el tiene una gran obra poética, que se los recomiendo y mucho, llamada Hiel y flores, y este es su blog http://enriquebaezautor.blogspot.com
Y es que cada paso que damos nos puede llevar al paraíso o al infierno más dantesco con esto de los miedos y el escribir hoy con los ojos de Enrique puesto en esto pues lo da, lo da.
Algunas veces ocurre que solemos caminar dejándonos llevar por la propia inercia de las piernas o pieses, según lo que tengan alguno/as. Improvisamos desvíos hacia una calle en lugar de seguir por la que veníamos, paramos un taxi, nos subimos al tranvía o nos detenemos a tomar una caña o un barraquito.
Cada una de esas decisiones puede propiciar un encuentro o un suceso que nos cambie la vida, como la mía en el día de hoy con amigos por la calle al cruzarme con ellos.
Nos puede caer un muro encima o podemos encontrar el amor de nuestra vida, con tan solo una mirada,o en un cruce de paso de peatones.
Uno apostaría siempre por lo segundo, pero una y otra vez es el miedo el que suele ganar casi todas las partidas. Queremos andar siempre por caminos seguros, apenas asumimos riesgos, y la vida se nos va transformando en una especie de páramo aburrido y cada vez más previsible.
Ponemos poco de nuestra parte para que acontezcan milagros y que mejor que ahora en semana santa, que nos salven. Lo que se desea no siempre se consigue, pero ayuda a sumar voluntades a favor de los sueños. Los timoratos ganan pocas batallas, quizás ninguna.
Si no fuera por esos miedos heredados o aprendidos desde la infancia, saldríamos ahora mismo a la calle dispuestos a buscar la felicidad detrás de cada paso y no el de las procesiones, y si a estas horas por qué no, que más da las doce de la noche que las doce del mediodía , para encontrar la felicidad .
No dudaríamos en cambiar de ciudad o de trabajo, o apostaríamos con todas las consecuencias por un cambio de actitud que nos permitiera variar el guión, casi siempre previsible, que interpretamos cada día al despertar.
Quien se cruza de brazos se acaba convirtiendo en una estatua de sí mismo que sólo se mueve por el empuje de los otros. No nos diferenciaríamos mucho de esas otras estatuas humanas que encontramos en la Calle del Castillo,menos uno que silva mucho que no tiene cabeza, que no es estatua ni es nada, como mucho gracioso, y que espera el tintineo de unas monedas para moverse.
Estamos todo el tiempo temiendo situaciones que nunca vamos a vivir, y cuando sufrimos algunas de ellas nos sorprendemos de nuestra valentía o de nuestra capacidad de adaptación.
Lo que nos paraliza y no nos deja ser felices es la posibilidad del fracaso.
A los miedos hay que ahuyentarlos con las alegrías que nos pueden estar aguardando a la vuelta de la esquina. Cuando termines de leer esto que no se como llamarlo, te puedes encontrar con la dicha que llevas años aguardando, Verdad ?.
Da lo mismo que luego tengas que esperar al minuto siguiente, o al año que viene para encontrarla. Lo que vale es el viaje, el deseo de querer cambiar y de no dejarnos llevar por la inercia negativa que nos venden en todas partes.
Mientras escribía he mirado un momento por la ventana de mi patio interior. En la pared del piso abandonada que está justo de bajo de donde escribo, acaba de salir una flor,nadie la ha plantado ni la ha abonado,ha brotado milagrosamente donde todo es podredumbre y abandono.
Su destino se podría comparar con el de cualquiera , contigo o quizás conmigo...
Si ella encontró la felicidad sin miedo a salir, por qué tú no ?.
Que descansen bichitos, y que la Luna llena entre por sus ventanas y les haga el amor *
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