lunes, 1 de marzo de 2010
El beso de la noche o de Time Square...*
Se cierra el día a poco y es que es un poco tarde. Las luces del anochecer asomaron hace ya unas horas, y mi cuerpo está cansado. El sueño acaricia mis ojos, que atrapados en escenas televisivas, reniegan de cerrarse; y sin embargo, mi mente hace rato que desconectó el aparato atrapante, para leer alguno de los dos libros que tengo al lado de mi grande cama.
Mi mente divaga sola, a su libre albedrío,como la agrupación a su aire de nuestro Carnaval,sumida en esa semiinconsciencia característica de la antesala de los mundos oníricos y atrayentes. Es como si permaneciese despierto y no lo esté. Me sonrío y lo admito; lo sé.
Esto es lo que me hace pensar, por un momento, que aún no me he rendido del todo y que mi mente se paro en la exposición de Auguste Rodin,que visite esta tarde, y que aún recuerdo cuando me pare delante de la escultura del Beso, y recordé el beso de Time Square, uff quien estuviera allí de nuevo... donde el fotógrafo Alfred Eisenstaedt, el 15 de Agosto de 1945 saco esa foto. El día anterior, había finalizado la Segunda Guerra Mundial. Como en otras grandes ciudades del mundo, los ciudadanos de Nueva York salieron a la calle para celebrar la noticia. Un marino norteamericano, abrazaba a todas las mujeres que se encontraba a su paso, sin distinción de edad o condición, y fue la enfermera de blanco la que ganó el premio mayor: un apasionado beso por parte de un perfecto desconocido.
La calidez del ambiente me trae ese recuerdo de ese beso de ese marinero con la desconocida, y aquí en el salón de mi casa donde el sofá es cama, me incita a dejarme llevar, a caer en ese apacible abismo del no sentir, del vivir en esa especie de neblina aparecida en secuencias distintas; habitual en el reino de Morfeo...el Morfeo que te abraza a ti cada noche, quizás como en ese beso y ese abrazo.
La rutina nunca acata nuestras órdenes. Viene cada vez que despertamos, cargada de incertidumbres. Sabemos que habrá que luchar de una u otra forma por subsistir en este enmarañado mundo real que se desliga inmisericorde de los deleites del deseo y te busco para verte.
Mis deseos son los de que todo funcione perfectamente, tanto como los entresijos de un reloj creado por maestro relojero. Ni retrasos ni adelantos. Todo justo cuando, y como debe ser.
Deseo cada cosa en su lugar. Siempre a mi gusto. Que nada se desvirtúe o se tuerza.
Mis deseos ideales, cumplidos en la medida ideal.
Estoy desvariando… De nuevo admito mis díscolos e inalterables, por añadidura, inasequibles deseos.
Y es que lo cotidiano, lo que cada día se enfrenta a uno, es como un barómetro que mide la presión que ejerce la atmósfera en nuestro mundo particular, el de cada cual, y ésta, algo díscolo, hace que el barómetro se halle pletórico de momentos altos y bajos, de subidas y bajadas, de luchas y reconciliaciones con la vida y sus instantes.
Y así debe ser.
Tengo un acuerdo tácito con mi existencia que más o menos me queda la mitad de ella: si ella me es placentera, la trataré con infinita suavidad y nos queremos. Si se desgobierna de mí, sublevándoseme, la odiaré. Esto último me cuesta horrores, pues amo vivir. Quizá ella lo sabe y por eso me regala de todo, de lo bueno y de lo malo, sabiendo, que a pesar de los pesares la seguiré queriendo hasta el fin.
No puedo más…
Mis ojos al fin se cierran, abriendo así la puerta de ese otro lugar donde se vive en otra dimensión, dentro de la dimensión en la que vivo y quizás donde estés tú... y yo como el marino desconocido de Time Square,abrazado en un beso contigo .
Buenas Noches,que tengas un feliz martes *
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