La Música de Sergio

domingo, 24 de abril de 2011

No estamos a salvo *




De vuelta del mini descanso, de esas que uno no entiende por que uno es ATEO, uno se da cuenta que somos una sociedad radiotelevisada y de redes sociales.


Todo lo que hacemos, lo que decimos y lo que miramos lo queremos grabar y compartir sobre la marcha con media humanidad, esta a nuestro lado y a nuestro alcance y no nos cortamos con ello.


Vivimos haciendo zapping con nosotros mismos y tenemos la sensación de que nos están grabando en todas partes y sacando fotos y por eso fingimos tanto últimamente.


Vayas donde vayas te pueden estar grabando desde una cámara de seguridad o sacando una foto donde sea, desde una casa donde un tipo aburrido enfoca a quienes pasan junto a su ventana o por algunos de esos programas que se dedican a buscar la supuesta naturalidad de la gente cuando acude a un estadio de fútbol o mientras camina tarareando canciones por un parque, o los que vigilan tu red social, para saber más de ti y chismorrearlo a todo el mundo, que haces que dejas de hacer, donde y cuando, donde has estado esta semana santa y con quien.


Ahora mismo, mientras tu lees esto, te pueden estar inmortalizando. Y digo inmortalizando porque es lo que repiten siempre todos esos paparazzis de pacotilla que se asoman por todas las esquinas y te sacan una foto.


Puede que efectivamente la imagen nos sobreviva cuando ya no estemos, pero todos sabemos que ese reflejo en la nada también se termina borrando con el tiempo.


Si tocaras la imagen que aparece en la pantalla, ni siquiera encontrarías ese polvo luminoso que dejan las mariposas entre los dedos cuando alguien intenta atraparlas. Sólo hallarías el cristal de una pantalla fría que cuando se apaga te devuelve al olvido sin más.


A pesar de que sabemos que en el interior de las pantallas no hay nada, intentamos que no nos metan dentro convertidos en seres ridículos y que seamos solo eso, una foto en medio de la nada de una pantalla que no te pueden tocar, y es que hemos perdido la naturalidad.


El otro día en el Tranvía, a una mujer se le cayó un zapato al vacío de las vías cuando subía el otro tranvía por el cine Victor.


De repente una ejecutiva vestida de marca y sabedora de su belleza se quedó descalza de un pie entre dos estaciones.


Todos los que íbamos en el vagón evitábamos mirarnos. Unos querrían haber reído a carcajadas y otros haberse acercado a consolar a la mujer. Ella querría haber llorado, haber reído o haber compartido con alguien su desazón.


Nadie dijo nada. Todos sabíamos que estábamos siendo grabados por decenas de cámaras, y para mí que había unos adolescentes que grababan disimuladamente con el móvil a la pobre mujer.


Ninguno de nosotros queríamos acabar en YouTube como unos desaprensivos burleteros. La mujer descalza se bajó en el conservatorio y supongo que seguiría paseando su ridículo hasta que pudiera acercarse a comprar otro par de zapatos, pero tiendas por allí como que no encontraría.


Los otros viajeros continuamos como si nada hubiera sucedido. No podíamos reírnos de aquella situación hilarante hasta llegar a casa. Si te ríes caminando solo por la calle lo más probable es que te encierren.


Todos vivimos pendientes de esa retransmisión en falso directo en que se ha convertido nuestra existencia.


Ya no importa lo que hacemos, solo importa quedar bien sin más.


Lo que realmente vale es lo que luego cuentan todas las imágenes de nosotros, incluso la foto que tienes en facebook puesta ahora y por eso la has elegido, y lo sabes.


Espero que todo/as regresaran sanos y sin ningún problema de estos días, Que tengan una buena semana Bichitos y hasta más ver, que sera pronto como siempre *

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