La Música de Sergio

viernes, 1 de abril de 2011

El Mosquito *



Una noche más en casa, la calma es el ruido que me acompaña, y cuando la luna se esconde al otro lado del mundo, parece poder verse el cosmos en su inmensidad desde la ventana de mi cuarto.

Diminutos puntos de luz podrían ser descomunales nebulosas hace tiempo colapsadas y regeneradas después por la explosión de una supernova, cuyo destello vaga sin descanso por el infinito. Es algo intrigante, tal vez tanto como la existencia y vida de un simple mosquito o la señal de vida de “ Gliese 581 G”.

La brisa entra a la habitación como si fuera un baile que recorre los sentimientos de mi cuerpo, y un mosquito esta batiendo con insistencia sus nuevas alas, surcando impertérrito la vorágine que le rodea.

La electrificante sacudida de tropecientos mil voltios de luz cegadora del bombillo del techo del cuarto alcanzó en la distancia al insignificante cuerpo del mosquito, polarizando cada una de sus moléculas, desvinculando sus ribosomas del centro de sus células con la fatal radiación.

Cayó hacia el abismo del parquet el cadavérico mosquito iluminado por la tenue luminiscencia que su cuerpo emitía, tal cual el filamento de una bombilla.

Rugió el cielo, o mejor dicho el patio interior de casa, con la luz del vecino que acaba de llegar, esta vez para exclamar un desgarrador lamento de profundo dolor y arrepentimiento. Tal si fueran lágrimas las que cayeron y se precipitaba rabiosamente el séquito multitudinario que acompañaba al mosquito en este triste sepelio de inaceptable frustración... me da que son lloros por su novio, y no por el mosquito, los del vecino ...

Un último latido dio el corazón del mosquito cuando se hizo el silencio, y todo a su alrededor quedó paralizado en una misteriosa quietud.

Unas angelitas mosquitas en perfecta coordinación todas ellas, comenzaron a girar muy lentamente, alejándose a su vez del luminiscente mosquito, orbitando a su alrededor, quedando éste en el centro del gran círculo rotatorio, donde parecía querer expresar a la reticente audiencia su deseo de vivir.

La charquita de sangre del suelo reflejaba sobre esta divina coreografía la luz de la luna, deslumbrando, si más se puede, con la visión de esta inusual maravilla.

En el centro del torbellino permanecían estáticas las angelitas del mosquito, mientras el mundo entero giraba a su alrededor. La cama, las mesitas de noche... y todo el parquet se elevaba hacia los cielo.

Diminutas partículas tomaron vida propia y con voluntad consciente se separaban del mosquito en forma de minúsculas burbujas, que deslizándose por sus extremidades extendidas terminaron por liberar completamente su cuerpo, que comenzó a ascender por el interior del patio con un pequeñito tornado, impulsado por una leve brisa que lo llevó más allá de la estratosfera, atravesando las nubes, superando en mucho la distancia máxima que cualquier animal de la tierra hubiera alcanzado jamás, allí donde esta
“ Gliese 581 G”. .

En ese momento revivió el mosquito, y desorientado, al ver el inmenso planeta, se fue volando hacia el y nos mando la señal que llego hace poco aquí a la Tierra.

Buenas noches bichitos que descansen *

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