La Música de Sergio

martes, 29 de junio de 2010

La Marionetas *



Me encantan las marionetas, me gusta las que son de madera y que con su cara y su mirada dicen mucho más que algunas personas y cada día que pasa siento que tengo hilos, hilos por todo mi cuerpo como ellas.

Nunca lo hubiese imaginado.

Nunca lo habría sospechado.

Siempre creí a el dueño de cada uno de mis actos, creador de cada pensamiento mío, responsable de cada una de las palabras que de mi boca nacían.

Hilos, hilos en mis pies, en mis manos, en mi cabeza, en mi cintura...

Nada me esta perteneciendo como me pertenecía hace años, estoy perdiendo mi vida propia, mis sueños nacidos de mi alma se me van perdiendo, y mis decisiones se sienten manipuladas, el rumbo que tomar me lo están eligiendo...

Hilos, hilos rodeándome, apresándome, asfixiándome.

Miro al pasado, reviso mi historia y no puedo creer lo idiota que he sido, cuanta ingenuidad hubo en mi ser en muchas cosas.

¡Creer en lo que me dicen los demás!

¡Qué estupidez!

¿Cómo pude defender una teoría que ahora se me hace tan absurda?

Hilos, Hilos, tan delgados que parecen transparentes.

Hilos que pasan desapercibidos ante cualquier ojo.

Ahora que se la verdad, mi vida tiene que dar otro giro al de los últimos meses.

Existen verdades que es preferible no saberlas, hay misterios que es mejor no develarlos si lo que pretendemos es no alterar nuestras existencias monótonas, pero apacibles.

Hilos, hilos largos, resistentes y fuertes que se mueven nuestras cabezas.

Yo lo descubrí sin pretenderlo, cuando la mano que manejaba mi ser y mis sentimientos, cuando el titiritero que manipulaba cada movimiento de mis miembros, se desplomó a un lado de mí, gigantesco y monstruoso, ya sin vida.

Los hilos cayeron de las alturas, de tan alto, que parecían provenir de la inmensidad del cosmos, eso solo puede pasar cuando uno siente tanto.

Mi cuerpo también tocó el piso y me quedé allí, sin moverme, no porque tuviese miedo, sino porque sin el titiritero gigantesco, soy incapaz de poder realizar ni el más mínimo movimiento, ni un paso, ni un pestañeo, ni un saludo.

Mis ojos ahora quedaron cerrados, pero ya no me importa, tampoco tenía mucho que ver, ya todo me lo han mostrado para que lo vea.

¡Para qué observar el pasado!

¡Para que observar el resto!

Solo vería miles de millones de Marionetas como yo, que se creen dueños de sus vidas y que son incapaces de mirar hacia arriba, y ver a esos monstruosos gigantes que con sus hilos, juegan con nosotros.

Hilos, hilos, hilos…

No seas una Marioneta más y se dueño de tu vida.

Feliz descanso Bichitos y Feliz miércoles, el último de Junio del 2010 *

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.